La importancia de este
piadoso ejercicio y el sumo agrado con que lo recibe el glorioso San Miguel, no
necesitan nuevas pruebas, después del testimonio y de la promesa del mismo Santo Arcángel.
Apareciéndose él a la gran sierva de Dios, y devota suya, Antonia D`Astonaco,
en Portugal, dìjole que quería ser venerado con nueve salutaciones
correspondientes a los nueve coros de los Ángeles, que debían consistir en el
rezo de un Páter y de tres Ave y Gloria, en honor de las tres Angelicales
jerarquías, con la conclusión de cuatro Páter: El primero en su honor, el
segundo en el de San Gabriel, el tercero en el de San Rafael, y el cuarto en el
de nuestro Ángel Custodio.
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